Leo, más conocido
como el “mago viajero”, tiene una rutina poco común. Recorre a “dedo” diversas
provincias y países en busca de sonrisas. Lleva alegría a los sectores más
desprotegidos.
En el escenario del Círculo de Magisterio, Leonardo Bernal,
posa feliz al finalizar su show.
Foto: Matías Otero. |
“La sonrisa es la
llave que abre el corazón de todo el mundo”. Anthony D´angelo. Así lo siente un mochilero, mago y viajero. Leonardo Bernal (35) vive en Quilmes, provincia de Buenos Aires, pero su verdadero hogar
está muy lejos de allí. Apartado de la tradicional rutina. Su refugio es la
ruta. Su motor inspirador, hacer feliz a los niños. Regalar sonrisas y trucos
de magia a los sectores olvidados. Allí donde quema el frío. Donde se agrieta
el rostro. El deseo. La voz. La esperanza. Ese rincón que parece perdido es su
punto de partida.
Hace 5 años decidió compartir sus chistes, cuentos y cuadros
circenses a las villas de emergencia del Conurbano
Bonaerense, comedores populares, merenderos, hogares para niños y escuelas
primarias. La capital fue el inicio de un viaje de ida. A partir de allí regaló
sus shows a otros segmentos también hambrientos de risas y magia. Sus
compañeras de ruta, su mochila y valija de trucos. Su medio de transporte, la
voluntad de un desconocido. A “dedo”. Pero colmado de sueños para compartir a
borbotones. “Soy un mago y payaso con
fines solidarios. Solo eso. Quiero llevar lo que hago a niños que quizás nunca
tengan la oportunidad de ver un espectáculo así en su vida. Estuve en zonas de
extrema pobreza. Muy precarias. Con muchas necesidades. Hogares de personas en
situación de calle y asilo de ancianos. Escuelas de adultos, hospitales y
centros de educación especial. Todos merecen un momento de risa. Todos. Me
presenté en las cárceles y en los institutos de menores. El fin es contagiar
alegría. Acortar las brechas. Lograr la inclusión”.
El “Mago Viajero”
también dejó huellas en los Pueblos Originarios.
Regaló más que globos, risas y confites. Desarrolló un proyecto educativo.
Llevó alimentos, útiles escolares y agua potable a las comunidades Qom y Wichis, del Impenetrable Chaqueño. “Esas
son las cosas que a uno le llenan el corazón. Lo material va y viene. Ese día
cuando vi llegar los camiones con las donaciones y todo lo que habíamos
conseguido no lo podía creer. La sonrisa y los abrazos de los niños es algo que
el dinero no puede comprar. Me siento feliz de hacer lo que hago. Estoy en el
lugar donde quiero estar”.
Del Chaco se
trasladó a Chile, Bolivia y Perú. Su magia y condimentos de vida se
hicieron sentir en muchas regiones. Tucumán
no quedó ajena. El pasado fin de semana brindó su show en escuelitas del Ingenio Leales y en la capital, en el Círculo del Magisterio. Su espectáculo
destiló emoción, candor e ilusión. Por donde se lo mire. Y el cierre de su
función habló por sí solo. A diferencia de muchos magos, Leonardo Bernal optó
por un canto colectivo del Himno
Nacional con el lenguaje de señas. Un llamado a la inclusión y a la
participación. En esta época con brechas cada vez más amplias. Violencia y
necesidad. Hambre y pobreza, existen personas que regalan un poco de su chispa
para colmar de alegría algún olvidado corazón.
Final del show. El salón de la biblioteca del Circulo del
Magisterio tuvo esta imagen de cierre. Foto : Matías Otero.
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Reviví las vivencias de Leo y el cántico con lenguaje de
señas en el Circulo del Magisterio, San Miguel de Tucumán.
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